Una de las cosas más sencillas para hacer frente a situaciones de estrés es utilizar y controlar de forma adecuada nuestra respiración. Hay diferentes tipos de respiración, una de ellas es la respiración abdominal, y suele ser la más utilizada, se centra en el abdomen con dos movimientos inspiración y espiración.
Con la respiración abdominal podemos mejorar aspectos tanto fisiológicos como psicológicos, tales como:
- Mayor oxigenación en la sangre favoreciendo la eliminación de toxinas.
- Mejora el funcionamiento del sistema nervioso, incluyendo el cerebro, la columna, los centros nerviosos y los nervios.
- Los movimientos diafragmáticos estimula la circulación sanguínea en el estomago, el intestino, el hígado y el páncreas.
- La respiración lenta, profunda y rítmica provoca un estímulo reflejo del sistema nervioso parasimpático. Esto produce una reducción en los latidos del corazón y una relajación de los músculos.
- Favorece la relajación y la concentración, eliminando la tensión muscular.
- Se produce un estado de tranquilidad psicológica, como consecuencia del grado de bienestar fisiológico.
Te invito a que lo intentes y compruebes tanto tu respiración como el grado de bienestar que se produce cuando la respiración es adecuada.
Puedes tumbarte cómodamente o sentarte cómodamente situando tu espalda bien pegada al respaldo, cierra los ojos y piensa en algo positivo.
Inspira profundamente, coloca una mano en el vientre y otra en el estómago, el movimiento lo tienes que percibir en la mano situada en el vientre, no en la situada en el estómago y ahora espira de forma lenta y relajada hasta que no quede nada de aire, ayúdate de los abdominales y sin ruido. Repite esto durante unos tres minutos, recuerda que lo tienes que hacer profundamente, de forma lenta y relajada.
Águeda Sobrino Rueda.