En muchas ocasiones ante un posible trastorno de alimentación, la familia no reconoce la seriedad del asunto; pueden pensar que se trata de alguna manía, de algo pasajero, ya que “su hija/o tan responsable siempre, con tanta fuerza de voluntad para conseguir unas buenas notas, dejará esa actitud en cualquier momento”.
En otras ocasiones puede que reconozcan el problema, pero se mantienen a la espera por temor a agravarlo, o por no crear conflictos familiares o por que sencillamente no se sabe que hacer.
Algunas pautas a tener en cuenta pueden ser las siguientes:
- Prestar atención a las preocupaciones de su hijo/a, escuchando, dando importancia a sus comentarios y a sus sentimientos.
- Hablar de forma clara y sincera, negociando en los desacuerdos, la comunicación y la expresión de sentimientos ayuda en gran medida a prevenir trastornos, sobre todo en la adolescencia.
- Aceptar que tenemos un problema y cuanto más tiempo tardemos en afrontarlo mucho peor.
- Estar dispuestos a profundizar en el mismo, aunque lo que averigüemos nos sea doloroso.
- Saber que no será fácil el proceso de recuperación, no existe la varita mágica, llevará su tiempo y habrá momentos en los que haya retrocesos.
Tener claro que los profesionales de la salud podemos acompañarte en la solución del problema. Si hay algún indicio por pequeño que sea, obsérvalo, y manos a la obra.
Agueda Sobrino Rueda.
Especialista en Psicología Clínica